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Spanish Language Category Winner

‘Arsenio’
By Brian Gordon

Las tablas de peldaño crujían bajo sus trabajosas pisadas bajando a oscuras. Agarrándose fuerte al pasamanos, Arsenio, maldecía la mala idea de quien hubiera roto o robado la bombilla. Esa única bombilla que alumbraba las viejas escaleras, y lucia una triste y tenue luz. A tientas salió del portón y el frio aire de madrugada le cortaba la cara y le dolía al respirar. Había llovido y las amplias escaleras de la Calle Comedia estaban mojadas. Los cantos de piedra lisa de cada escalón reflejaban una sutil luz de alumbrado de faroles, todo el camino escaleras abajo.

Aun parado y mirando hacia al cielo vio que estaba despejado, diminutas estrellas brillaban con su centelleo a esa hora de muy temprana mañana. Se saco un paquetillo del bolsillo de su grueso abrigo, y cogiendo un cigarrillo lo encendió con su mechero antiguo de gas. Le sabia bien el primer cigarrillo del día: tabaco Senior Service sin filtro, paquete blanco con bandas azul marinas y doradas, con el emblema del pequeño bergantín Ingles en el centro. Al dar la fuerte calada, y exhalar el humo hacia el cielo, vio la ventana de persianas con los postigos abiertos de su dormitorio. Su mujer dormía le vino a la mente. Se levanto con el enorme cuello de su abrigo y calándose bien la boina, lentamente se echó andar bajando los anchos escalones. El médico le había prohibido el fumar hacía ya tiempo, pero; ¿cómo dejar esa costumbre de toda la vida? Era imposible. Laboriosamente llego a la esquina y cambiándose el bolso del costo de mano torció a la derecha, encaminándose cuesta abajo la Calle Ingenieros. El poco alumbrado y el silencio sepulcral de esa calle le daba un aire misterioso siempre, salvo el olor a pan y el canto de algún mirlo que animaban a Arsenio de camino hacia el muelle – su trabajo – todas las madrugadas. Muy despacio caminando, pensaba en su mujer y el cambio de vida que le venía muy pronto. Dado a su estado de avanzada edad y delicada salud – tenía que jubilarse cuanto antes. Su encargado del muelle se lo aconsejaba. Le recomendaba descanso después de muchísimo ano de estibador, un trabajo que se manejaba bien cuando era joven. Recordaba el julio de 1936, cuando llego en un bute de remos por el poniente escapando una orilla de tiros y explosiones. Gibraltar seria su única salvación; jamás regresaría, haciendo un rincón de almacén su hogar y ganándose el jornal descargando barcazas.

En su juventud todo era tan diferente. Tenía entrañables recuerdos cuando conoció a esa muchacha de ojos verdes, con su mirada tan penetrante e elusiva a la vez, que se sonrojaba cada vez que le hablaba, y que fue su novia y esposa al final. Celia… pobre Celia, toda la vida juntos, y ahora? Todo un cambio de vida. Pensando en todo aquello llego al muelle sin darse cuenta, encendiéndose otro cigarrillo.

Caminaba mucho mas cansado de lo normal a la salida del trabajo cuando se dirigía a casa por Casemates. Había Marina Inglesa por la Calle Real y decidió ir a casa lo antes posible, y dejando ese bullicio atrás se encamino hacia la Calle Ingenieros. Comprando a la madrugada esta calle recobraba vida de día, con tiendas de comestibles, zapateros y vendedores de lotería. Arsenio, como todas las tardes, entraba en la pastelería donde pensando en Celia compraba dulces para merendar. La señora dependienta – siempre tan amable – le envolvió los merengues cuidadosamente, despidiéndose de el con una débil sonrisa, casi con pena, al salir por la puerta. Arsenio no se encontraba bien. Sudaba, y con un leve dolor en su pecho caminaba apoyándose en las paredes y ventanas de los escaparates. Al revolver la esquina vio la amplia escalonada de la Calle Comedia, todavía por subir.

A duras penas y sin aliento alguno, subia con la mirada fija en la ventana de su dormitorio. El dolor aumentaba cada vez más. Dolor de fuerte pena ya que Celia no estaba asomada a esa ventana de positios abiertos como todas las tardes. Con lágrimas en sus ojos y casi llorando se adentró en el oscuro portón. Uno a uno los escalones, sujetándose fuerte a pasamanos, su dolor y amargura se acrecentaban al crujido de la vieja madera. La oscuridad y el silencio pareció meterse en su casa una vez la puerta abierta como si las sombras y tristeza convivieran con él.

Entro en su habitación arrastrando los pies y se dejó caer en su cama, cerrando sus ojos fuertemente a la angustia de aquel sufrimiento. Arsenio, en su reposo, quedo en un profundo sueno, donde el silencio se incrementaba sucesivamente. Sentía hundirse cada vez más en un oscuro abismo, notándose rígido e inmóvil como en un limbo. Una grandiosa paz lo acompañaba en esa insondable negrura de inmensa calma.

Poco a poco, en aquella ausencia de sentidos percibió ascender lentamente, como si fuese hacia una superficie de Mar y atraído a un pequeñísimo puntito de luz. Una luminosidad que se agrandaba cuanto más se acercaba. No deslumbraba, pero que brillaba y danzaba sobre una superficie liquida, cuyos rayos movibles penetraban aquella tenebrosidad. Luz placida que desprendía una euphoria angelical; cada vez más cerca, casa vez más grande.

Ya casi al romper la superficie sentía una brisa fría que le rodeaba y abrazaba todo su cuerpo entero, observándose en si – un cambio físico total; más fuerte, más joven y lleno de vida. Sintió su sangre corre y sus pulmones llenarse plenamente, respirando hondo ese gélido aire. El…iluminado y bañado totalmente en esa radiante y limpia claridad, una calidad y conocida voz se oyó. Una melodía de palabras suaves que avivo con ternura su corazón que le decía con dulzura; ‘Arsenio, cariño ven. Te estaba esperando…’

Judge’s Comments:

This is an emotionally charged tale, firmly encased in Gibraltarian history and culture. Details such as la Calle Comedia, the ‘Senior Service’ tobacco, the ‘marina inglesa’ roaming the streets that our protagonist is keen to avoid and Arsenio’s job as ‘estibador en el muelle’ all conjure up a Gibraltar of bygone days. The nostalgic tone overlays Aresnio’s personal story - past, present and future. The overlaying and interweaving of these works well; the reader is invested in Arsenio’s story and while we can imagine what is coming, it is no less emotional when we reach the end of the narrative.

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